martes, 1 de junio de 2010

Más Derramamiento de Sangre por el Conflicto Palestino-Israelí... Y la Solución.

Todos hemos leído los periódicos de hoy (sobre todo ahora, que muchos son gratis ;-)

Sí, ya sé que es un poco pretencioso el título de mi post. ¿Cómo voy a pretender acabar con el derrame sangriento que lleva goteando desde 1948-1967? ¿Quién soy yo para vislumbrar siquiera una solución cuando diplomáticos de altísimo nivel han fracasado una y otra vez al intentar la pacificación del conflicto?

Tan sólo quiero que reflexionen muy seriamente e interioricen el siguiente pasaje de la vida de Mahatma Gandhi:

Gandhi se encontraba postrado, a punto de fenecer, en una de sus tantas huelgas de hambre, en esta ocasión protestando porque habían sangrientas luchas, en las calles, entre musulmanes e hindús...

En esto llegó, ante él, un hombre completamente desesperado porque había matado a un niño de la facción contraria. Lo había hecho lleno de odio porque, antes, la facción contraria había matado a su propio hijo.

El hombre no podía contener las lágrimas en su tormento y le preguntó a Gandhi:

¿Cómo puedo salir de este infierno?

A lo que Gandhi le respondió:

Acoge a un niño huérfano de la facción contraria y quiérelo como a tu propio hijo, y... asegúrate de que lo educas según la religión y las costumbres de tus enemigos.

El hombre, al principio, no lo entendió..., pero tras un momento de vacilación, el hombre cayó de rodillas ante Gandhi.

Yo vi esta escena en la última película (creo) sobre la vida de este Gran hombre. Me impresionó mucho...

Creo que la idea de Gandhi es simplemente una semilla en su versión más primigenia. Pero que, aún así, no puede esconder toda su potencia.

¿Regamos juntos la semilla?

¿Por qué suceden las guerras? ¿Qué convierte a las personas en asesinas masivas?

Por favor, pongámonos en situación y hagamos juntos este pequeño experimento mental... (que, desgraciadamente, está sucediendo en muchos lugares del planeta, con todas sus horribles variantes)...

Yo me considero pacifista, pero si, de repente, se abriera el techo de mi casa y cayese una bomba que matase a mi familia (hijos, esposa) y yo quedase ileso... Entonces mi actual condición humana me arrastraría a convertirme en asesino. No me importaría un bledo armarme hasta los dientes e ir a matar a quienes han matado a mi familia (el enemigo genérico, país, nación, raza, religión, lo que sea, me daría igual).

Esto es lo que me dictaría mi actual condición humana. Y, francamente, dudo mucho que lo pudiera evitar. Ver morir a tus hijos (aunque sea uno sólo) te tiene que dejar 'marcado' para siempre con el estigma del peor de los odios.

Pero, ¿que pasaría si, de repente, y aún en esas durísimas circunstancias me negase a luchar y acogiese en mi casa a un niño huérfano de mis enemigos, y lo quisiera como a mi propio hijo, y le diese la eduación según los ritos y costumbres de mis enemigos?...

Lo que pasaría (y Mahatma Gandhi lo sabía) es que habría trascendido mi condición humana actual, (mi triste condición humana actual), para convertirme en 'algo distinto' que muchos llevamos esperando y que algunos vaticinan que ocurrirá durante el presente siglo. Antropólogos como Eudal Carbonell lo definen o intuyen como 'Todavía no somos humanos' (título de uno de sus libros).

Bien, ¿Y adónde nos lleva todo esto?

Imaginemos que un día cualquiera amanece en la frontera de Gaza. Todas las cámaras de televisión están preparadas, pues allí va a tener lugar un nuevo renacer para la humanidad...

Un palestino que ha perdido a sus hijos bajo las bombas israelíes camina hacia la línea y, al llegar a ella, se detiene. Un Israelí que ha perdido a sus hijos bajo las bombas palestinas camina a su encuentro y se abrazan... Aún en sus respectivos infiernos se abrazan, lloran, se besan y se perdonan...

No son políticos de traje caro. Son personas que viven dentro de infiernos reales, verdaderos. Y las cámaras de todo el mundo captan todos los detalles de este Grandioso momento.

... Todos sus matices, toda su emoción...

Después, una mujer que ha perdido a toda su familia bajo los disparos palestinos camina hacia la línea, al encuentro de otra mujer que ha perdido a toda su familia bajo la metralla israelí... Y, nuevamente, se abrazan, se besan y se perdonan...

Y así... una y otra vez...

Os puedo asegurar que un acontecimiento así, sería uno de los más Grandes en la historia de la humanidad, y sería recordado por y para siempre como uno de los momentos claves en la evolución humana.

Miles de millones de ojos lo mirarían y lo admirarían embelesados...

Simplemente, cuando las televisiones del mundo ofrecieran esas imágenes... Bien presentadas y bien documentadas...

En ese preciso momento (y para siempre)

Todas las guerras del mundo se detendrían.

Todas las guerras del mundo se detendrían.

Todas las guerras del mundo se detendrían...

Y ni siquiera haría falta que Júpiter entrase en combustión como relataba Arthur C. Clarke en su fantástica Odisea 2 '2010'.

Porque la luz que nos tiene que llevar a ese cambio no está en Júpiter, está dentro de nosotros mismos...



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